

COLUMNA DE OPINIÓN
Cobertura de la Memoria: el reto del periodismo en Colombia
Por: Christian Reyes Rodríguez
El sector académico desempeña un rol cada vez más importante en la reconstrucción del conflicto armado en Colombia: por un lado, propicia el rescate de voces y relatos que de otra manera quedarían olvidados; por el otro, reflexiona sobre los hechos que durante tanto tiempo desangraron al país.
En línea con lo anterior fue que la Universidad Pontificia Bolivariana (UPB), seccional Bucaramanga, llevó a cabo su Día C: un espacio para hablar de temas como la verdad, la memoria y el rol que juega la comunicación al cruzarse con estos.
A través de distintas presentaciones, los ponentes pusieron el foco sobre la violencia o el desplazamiento forzado; pero también en la reparación, la dignificación de las víctimas y la reconstrucción de una memoria que durante mucho tiempo estuvo sepultada por el peso de las atrocidades cometidas.
Es ese olvido estructural de lo que sucedió en la guerra lo que nos impidió (y para muchas personas sigue haciéndolo) reconocer el sufrimiento por el que pasaron miles de compatriotas. Bien decía Omar Muñoz Sánchez, decano de la Escuela de Ciencias Sociales de la UPB Medellín, que más que una pérdida de la información, nos encontramos ante un proceso inhibitorio que, sobre todas las cosas, impide el recuerdo.

Con la fuerza que tiene el anterior planteamiento, no puedo sino preguntarme: ¿de quién es la culpa? En una coyuntura histórica como la que vivimos, todos tenemos la capacidad de incidir de una u otra forma. Siendo así, ¿podría ser que no se está narrando efectivamente el conflicto? Como profesionales de la comunicación, creo que tenemos bastante por decir en este campo.
Para empezar, una de nuestras labores es poner en la palestra pública temas que son de interés general. En muchas zonas del país la información que se consume respecto al conflicto sigue pasando por nuestras manos, y esto es tanto un reto como una responsabilidad. Por un lado, nos obliga a brindar contenidos fidedignos, como es el caso del informe final de la Comisión de la Verdad: analizarlo, ponerle cara a las víctimas y mostrar sus dolores son contribuciones que podemos dar hacia la reconciliación nacional. Por el otro, siempre permanece el compromiso de continuar informando sobre las otras luchas, esas que perduran más allá de una firma y configuran la realidad de nuestro país.
Otro reto, es el de cubrir esa información de manera comprensible, con un discurso sencillo, teniendo en cuenta la era digital y la inmediatez noticiosa que se vive. Este punto ya se puede evidenciar en los resultados del Informe Final de la Comisión de la Verdad, el cual fue publicado a través de su Plataforma Digital y allí se observan los resultados en cartillas ilustradas con colores llamativos que cautivan y facilitan su entendimiento. Un ejemplo del Día C muy claro es el proyecto: “La Poética de la Resistencia”, realizado por la maestra Olga Beatriz Rueda junto con profesionales de la UPB y la UIS (Universidad Industrial de Santander), lo encantador de sus resultados fue como la plasmaron: con arte, fanzine y ciencia. ¡Todo un deleite!
Ahora bien, la pregunta que engloba todo lo dicho es: ¿cómo se debe cubrir? y ¿qué retos implica la polarización política del país?. De acuerdo con el libro Guía para periodistas de la Comisión de La Verdad: “La cobertura del periodismo debe mantener el foco en las víctimas, difundirlo a través de formatos innovadores, contrastar la información e ir más allá de lo evidente”, y aunque el país ha pasado por momentos duros como el estallido de las protestas que se dieron en 2021 por la reforma tributaria del expresidente Duque, los eufemismos que se le daban a los medios los crímenes de guerra y el erróneo tratamiento de datos por parte de periodistas y políticos. Es esencial recordar la importancia de nuestro ejercicio, siempre y cuando no se limite a contar las historias desde una perspectiva resumida y simplista, sino que muestre el conflicto armado real, donde las cosas vanas como las suscripciones y el rating queden relegadas a un segundo plano.
En el ejercicio periodístico suele enseñarse que la objetividad, veracidad y el contraste de datos son claves para la labor. No obstante, hay un elemento que no podemos dejar de lado: la sensibilidad. Por primera vez en décadas hay un esfuerzo real y consciente por explicar qué nos sucedió entre 1958 y el 2019. Se han reconocido los horrores realizados, a las víctimas que han dejado y se promueve la reparación, propiciando transformaciones estructurales que apuntan a que nunca más se repita.
Luego de tantos años de perpetrar una cultura violenta, la cual parece encarnizada en el corazón mismo de nuestra sociedad, puede que esto sea una labor titánica. Con todo y ello, es algo que debe hacerse, y nosotros, como periodistas, cumplimos un rol fundamental: el de traer a flote los relatos perdidos en la historia, honrándolos siempre con la verdad; pero también el de mostrar en nuestras líneas que hay algo más allá de la desesperanza. Al fin y al cabo, vislumbrar un mejor futuro es una labor colectiva.
.
Comparte:
Déjame tu comentario: ⬇️👇